Cientos de vidas agotando sus caricias sus reproches sus horas sus días, como balcones sin flores ni bombonas de butano sepultadas entre periódicos viejos y tal vez un brasero roto o una rueda de bicicleta vieja. Y a veces, una ventana semiabierta ausculta las vidas de los que miran e imaginan cuantos cuerpos agotaron allí, en ese edificio de hollín y hielo, sus silencios.
Cientos de vidas
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sus reproches
sus horas
sus días,
como balcones sin flores ni bombonas de butano sepultadas entre periódicos viejos y tal vez un brasero roto o una rueda de bicicleta vieja.
Y a veces,
una ventana semiabierta ausculta las vidas de los que miran e imaginan cuantos cuerpos agotaron allí, en ese edificio de hollín y hielo,
sus silencios.